Entorno natural
La Etapa 12 recorre dos de los cauces fluviales del incipiente río Guadalhorce en una zona compleja desde el punto de vista geológico pero dominada por las rocas detríticas, principalmente arcillas y yesos, aunque aparecen algunas calizas en la parte central.
Se va siguiendo el arroyo de la Canaleja, con origen en la zona del Nacimiento o del Chorro, uno de las surgencias más caudalosas de la sierra de Camarolos, aunque de naturaleza vauclusiana y por tanto puntualmente torrencial. Ya en el recorrido, el bosque galería se asienta sobre una cubeta (que a veces es profunda) y se compone sobre todo de chopos y olmos. La diversidad de la vegetación es mayor a la altura de la depuradora de aguas residuales del pueblo y ya en el breve tramo en el que se llega al río Guadalhorce. Salvo la isla con forma de cinta de los diferentes sotos fluviales, los alrededores están cubiertos de olivar, secano y huertos, lo que aumenta la biodiversidad.
El Guadalhorce es el principal río malagueño en cuanto a longitud, 166 kilómetros, y a que en todo su recorrido no sale de la provincia, cortándola figuradamente por la mitad y recibiendo las aguas del Arco Calizo Central, de la Vega de Antequera y de la Sierra de las Nieves en sucesivos afluentes hacia el oeste. De la importancia del curso fluvial dan fe sus otros nombres, ya en desuso, de río Málaga y Guadalquivirejo. Se volverá a visitar en el Desfiladero de los Gaitanes y en el Paraje Natural de su desembocadura. Su origen oficial es la Fuente de los Cien Caños, lo cual tiene su lógica por lo espectacular del lugar, pero su curso se puede seguir aguas arriba por las laderas nororientales de la Sierra de San Jorge hasta el emblemático paraje del Puerto de los Alazores, entre singulares escarpes rocosos.
La fauna aquí es muy diversa a pesar de los antropizado del terreno y está muy ligada a la ribera, con aves como la oropéndola, el pico picapinos, la curruca capirotada o el torcecuello. Son muy abundantes los galápagos leprosos, y hay ratas de agua, uno de los roedores menos conocidos. La nutria europea (Lutra lutra) está presente; el principal depredador de nuestros ríos es también el mayor de los mustélidos malagueños, con una longitud de hasta 85 cm y un peso de casi 10 Kg en algunos machos. Es una especie muy adaptada a la vida acuática con sus dedos palmeados, sus vibrisas en el hocico, ojos especializados para bucear y un pelaje de color marrón oscuro (blanco por debajo) denso y lubricado, impermeable. Asociada por el público general a ríos limpios y aislados en las montañas, probablemente eso fuera cierto entre las décadas de los 50 y 80 del siglo pasado, cuando desapareció de muchos lugares. A partir de los 90 comenzó una espectacular recuperación de sus poblaciones y la colonización de nuevos territorios, incluyendo playas, entornos periurbanos, lagunas en campos de golf, arroyos con aguas contaminadas y embalses. La principal necesidad de la nutria es la abundancia de presas, que no sólo incluye peces sino también a otros vertebrados y, como alimento a veces principal, los cangrejos americanos en ausencia del autóctono.
La segunda parte del recorrido comienza en la Dehesa del Raso, la Atalaya y Siegaliebres, un topónimo que documenta una sobreabundancia ancestral del lagomorfo. Es este un entorno mixto donde hay mucho retamal y tomillar, pero también centenarias encinas y bosquecillos islas repartidos por el agro. Hay una parte de calizas donde prosperan algunas dehesas y coscojales de cierta extensión con jaras, jaguarzos y bolinas. Merced al relieve cárstico se ven charcas temporales, perezosos (a veces recrecidos para uso ganadero o cinegético) e incluso algún sumidero al lado del camino. En el Inventario de Georrecursos andaluces se destaca, hacia el noroeste en el quiebro, el Karst en yesos de El Brosque, del que forma parte el campo de dolinas descrito.
Tras pasar por el cortijo de La Saucedilla y el arroyo del mismo nombre, que desde el principio excava una cárcava en los estratos deleznables, se llega a los puntos más altos, el Cerro de la Cruz (810 metros) y la loma por donde discurre el cortafuegos perimetral del pinar, que está a 830 metros. Los puntos más bajos son el río Guadalhorce y el arroyo de la Hoz de Marín (o del Ciervo) a una idéntica altura de 635 metros.
Quizá el tramo más interesante esté al final, la conocida como Hoz de Marín, también un Georrecurso inventariado, con otro elemento destacado que son sus ofitas procedentes del Manto terrestre. El paraje es una isla de vegetación forestal en forma de media luna, cubriendo un valle muy encajado labrado sin demasiado esfuerzo por el caudal del río en los estratos de yesos y arcillas. Es típico el color lechoso de las aguas del arroyo, debido a la labilidad de los materiales de las laderas. Este paraje tan emblemático, pese a su reducida extensión de algo más de 600 hectáreas, ha sido declarado por la Diputación de Málaga como Espacio Sobresaliente con Protección Compatible. La vista aérea de la Hoz explica su nombre, una marcada cicatriz semicircular de 250 metros de desnivel medio, interrumpida por su extremo norte y que termina en las Huertas del Río. El denso pinar de pinos carrascos se considera uno de los pocos autóctonos de la provincia, y de él se han recolectado piñones para el Banco de Germoplasma de Andalucía. La regeneración natural y el crecimiento desde cepa han hecho crecer un buen número de encinas jóvenes bajo el dosel del pinar, cuyo desarrollo priorizan los trabajos silvícolas.
La auténtica joya de este verdadero emblema geológico provincial que es la Hoz de Marín lo constituye el bosque de ribera. Abundan los fresnos, sobre todo al principio, pero son los Olmos (Ulmus minor) los que a veces forman una cerrada olmeda casi monoespecífica sobre el cauce. Es un árbol que puede alcanzar los 20 metros de altura, muy ligado al agua y a las zonas llanas, con ásperas hojas asimétricas en su base que se tornan amarillas en otoño y caen. Es una especie muy afectada por la grafiosis, enfermedad causada por un hongo (Ceratocystis ulmi) que ha contribuido a la desaparición de muchos ejemplares. Los quejigos, a veces muy espigados y altos, llegan hasta el mismo borde del cauce. Al final del Sendero, cuando el valle se abre, ganan la partida los álamos, que preponderan sobre los demás.
El arroyo de Marín, es un punto destacado de esta etapa por su riqueza de fauna (ciervos, muflones, lirón careto, gato montés) y el hogar de diferentes especies de mariposas. Hay entre ellas una muy especial: Polygonia c-album, conocida comúnmente como C blanca. Lo especial de esta mariposa es, por un lado, su forma, coloración y estilo de vida. Como su propio nombre indica, tiene una C de color blanco en cada ala, pero la coloración externa de las mismas y el borde sinuoso la hacen pasar desapercibida cuando se posa en árboles y arbustos, al imitar a la perfección una hoja seca. Por otro lado, también es singular otro aspecto, su escasez en la provincia de Málaga: esta población es la única conocida en la actualidad, tras la cita en los años 70-80 de otra población en sierra Tejeda que no ha sido vuelta a observar desde entonces.
En el arroyo hay que citar al galápago leproso y a la culebra viperina (Natrix maura). Es esta la culebra más estrechamente ligada a los medios acuáticos. Se la ve en charcas, estanques, albercas, lagunas, embalses, ríos o arroyos, sin que la permanencia del agua, la salinidad, la altitud o el estado de conservación del hábitat sean factores determinantes, pero sí la presencia de presas. Aunque sea inofensiva, su nombre alude a su librea, que responde a una estrategia de mimetismo batesiano con la víbora hocicuda, de la que incluso imita el comportamiento. Aunque normalmente de tamaño pequeño o mediano, hay ejemplares de hasta 90 cm de longitud total. Las escamas dorsales son aquilladas y la coloración es muy variable: las hay de patrones grisáceos, pardos, marrones o rojizos. Sobre esos colores suelen presentar un diseño dorsal de manchas en zigzag muy variable en cuanto a grosor y tonalidad.
Hay ejemplares con dos líneas longitudinales amarillentas, de color gris claro sobre el zigzag o bien sin este. Se alimenta de peces, anfibios, larvas, moluscos o lombrices, siendo muy activa incluso de noche y con condiciones ambientales a priori poco apropiadas para un reptil.
Desde el punto de vista ornitológico, es esta una Etapa muy diversa. En los sotos es fácil ver ruiseñor común, oropéndola, currucas cabecinegra y capirotada y lavanderas blanca y cascadeña. En los campos de labor, la perdiz roja, el mochuelo, la tarabilla común o el estornino negro, y también el todavía escaso elanio azul, con posible reproducción en esta zona. En las dehesas, a destacar el chotacabras pardo, el cuco, el autillo o la cogujada montesina. Y en el baluarte forestal de la Hoz, ratonero común, gavilán, azor, águila culebrera, águila calzada, torcecuello, pito real o carbonero garrapinos. Pero hay que destacar la posibilidad de observar el vuelo del águila perdicera (Aquila fasciata). De colores generales pardos oscuros por el dorso, ventralmente el adulto es fácil identificarlo en vuelo por el pecho y la zona anterior de las alas de color muy claro. Es un ave residente de tamaño grande entre las rapaces malagueñas que normalmente tiene hábitos de nidificación en roquedos, pero que en este paraje tiene uno de los pocos nidos conocidos sobre árbol en Málaga. La nuestra es una de las provincias andaluzas con más parejas de águila perdicera y probablemente donde mayor densidad alcanza la especie de todo el Mediterráneo.
Por último, en los taludes del final de ruta hay que destacar la aparición de algunas alcaparras y berzas silvestres (Género Moricandia), indicadoras de tierras ricas en arcilla y yeso.