Entorno natural
El Paraje Natural Desfiladero de los Gaitanes es una zona de media montaña caracterizada por sierras calizas y cerros de arenisca calcárea a ambos lados del Río Guadalhorce en la zona conocida como El Chorro. El recorrido parte hacia el norte desde la zona donde confluyen los embalses del Guadalteba y del Guadalhorce y asciende paralelamente a éste segundo para darle luego la vuelta a la mole de la Sierra del Huma, culminando en un puerto situado a 845 metros de altitud y girando progresivamente hacia el este.
El topónimo de Huma parece derivar de ahumada, por las características nubes que suelen ocultar su cumbre, como si hubiera humo denso de alguna hoguera que la taparan. Es el bastión occidental del Arco Calizo Central y destaca de forma notable entre los relieves cercanos, sobre todo los de la llana Comarca del Valle del Guadalhorce. Esto hace que el recorrido, que transita por todos los flancos de la sierra hasta casi completar un círculo, se caracterice por los sucesivos miradores, tanto hacia el norte y la comarca de Guadalteba como hacia el sur y la Hoya de Málaga.
Un foco de interés importante es la propia protección del espacio como Paraje Natural, basado en sus innegables valores naturales con varios endemismos botánicos (como la muy restringida Rupicapnos africana subsp. decipiens) y numerosas especies de aves. El otro, sin duda, son la geología y la geomorfología, con la diversidad de rocas centrada en las calizas, dolomías y areniscas y un modelado tan impactante que ha generado el nombre de Desfiladero de los Gaitanes.
Desde el punto de inicio de la etapa los grandes protagonistas son el embalse del Guadalhorce y el del Guadalteba, que confluyen y se unen en el puente por el que se finaliza la etapa anterior. Los dos diques son apreciables desde distintos puntos del recorrido, sobre todo desde los miradores del kilómetro 3. Desde estos puntos se aprecia también el pantano del Conde de Guadalhorce, el del Río Turón, situado ligeramente más bajo (unos 25 metros) que los anteriores. La confluencia de los tres diques se produce en menos de un kilómetro en línea recta, lo que produce un efecto tan espectacular por la cantidad de agua embalsada que las visitas al espacio natural se concentran sobre todo en esta zona.
Desde los miradores se ve también serpentear, por debajo de los diques, un curso fluvial de color verde lechoso a causa de los sedimentos arrastrados por el agua de los yesos y arcillas que atraviesan los ríos cuenca arriba. Se trata ya del río Guadalhorce, que anula a los otros dos, en la zona del embalse del Gaitanejo. Este pequeño pantano tiene una profusa vegetación en sus orillas porque su nivel de agua es más constante. Son muy interesantes los meandros que dibuja en la roca arenisca donde se ven algunas casas cueva.
En las zonas de umbría y de mayor pendiente que rodean las pistas forestales al dejar la carretera, pero también aquí y allá entre el pinar, aparece la vegetación autóctona que lucha por recuperar su lugar. Encinas, sabinas y cornicabras de buen tamaño forman a veces bosquetes donde el matorral de lentiscos, aulagas, espinos negros, enebros y coscojas da una idea del antiguo esplendor del bosque. Realmente el futuro del bosque mediterráneo maduro puede palparse, guarnecido y propiciado por las reforestaciones del siglo pasado.
Al salir del bosque recuperado, el escarpe rocoso del tajo del Cabrito es un obstáculo verdaderamente insalvable para personas y animales, con su centenar de metros de altura media y dos kilómetros de longitud. En el puerto de Ramos, se puede realizar el bonito ejercicio de conocer cómo puede ser la parte superior de los escarpes de arriba contemplando el karst que se tiene a la izquierda, con pináculos de roca, pilas de platos similares a las del Torcal de Antequera y un denso sabinal ocupando la red de callejones. En comparación, la ladera de la derecha, resultado de los derrubios de ladera, tiene un aspecto menos abrupto. En estos escarpes se ven volando las aves que le dieron nombre al paraje, los Gaitanes, águilas y buitres.
Los valores ornitológicos de la zona son innegables, centrados especialmente en las especies rupícolas. Aunque en los últimos tiempos la noticia es el afianzamiento del buitre moteado (Gyps rueppelli) en el Chorro, y contando con las águilas real y perdicera, el halcón peregrino y una de las mayores poblaciones nidificantes de buitre leonado, nos detendremos en el más pequeño de los buitres ibéricos . El alimoche (Neophron percnopterus), es un ave fácilmente distinguible por su plumaje blanco y negro, cara desnuda y amarillenta cola en forma de cuña muy distinguible en vuelo. La Gran Senda de Málaga pasa cerca de sus pocos territorios de cría actuales, siempre en cortados rocosos bastante aislados y cercanos a paisajes abiertos con ganadería extensiva. Es un migrante estival antaño muy frecuente que ha sufrido un alarmante declive en las últimas décadas.
La parte central de la etapa atraviesa un paisaje muy carstificado, con lo que la circulación del agua en superficie es meramente testimonial y en épocas de grandes avenidas. Es lo que algunos autores han denominado el desierto cárstico por las duras condiciones hídricas que generan estas rocas calcáreas erosionadas. Debemos considerar, pues, los extensos sabinares como especialistas en estas lides, lo cual aumenta si cabe la importancia de esta especie. A veces el sendero se ve inmerso en un sabinar muy denso aunque de escasa altura, con aspecto de bosque pero sin dejar de tener porte arbustivo.
La sabina negral o mora (Juniperus phoenicea) aparece en lugares tan diferentes como las dunas de Artola, en el litoral, y aquí en el Chorro, pero siempre a una altitud mucho menor que la Juniperus sabina, de la que se diferencia también por sus gálbulos (frutos) de color rojizo al madurar. Estos son carnosos y son buscados para alimentarse por algunas aves, sobre todo en épocas frías. Puede llegar a convertirse en un arbolito con porte piramidal, bien formando parte del sotobosque o bien, como ocurre en la etapa, dando lugar a los mejores y más extensos sabinares de la provincia. Cubren grandes superficies con su color verde oscuro y se comporta también como rupícola, aprovechando grietas o terrazas en los roquedos.
La máxima altura de la etapa es el puerto del Rosalejo (con su fuente) y la de la sierra en general es el pico Huma (1.191 m), que es la montaña de caliza gris que se va rodeando en la parte alta del recorrido. La razón de ser de esa fuente y otras cercanas es la zona de arcillas del puerto, que al ser impermeables expulsan fuera el agua circulante por las galerías cársticas.
En cuanto al pinar del arroyo del Chorro, como otras zonas reforestadas, la principal función de la arboleda fue evitar la colmatación de los pantanos mediante el afianzamiento de las laderas pedregosas, estando ya el sendero por dentro de los límites del Paraje Natural. Sin apenas vegetación arbustiva debido a su densidad, se cruza dos veces el barranco en zonas donde el carril está protegido con albarradas y muros de contención.
Si bien son mucho más fáciles de ver las cabras monteses, en estos paisajes agrestes aparece también el muflón (Ovis gmelini), un ungulado de pequeño tamaño parecido a una oveja y con un acusado dimorfismo sexual. Los machos tienen los cuernos curvados hacia atrás como los carneros y presentan un pelaje de color blanco, pardo rojizo y negro. Se considera una especie exótica pero no invasora, cuya procedencia son las islas de Córcega, Cerdeña y Chipre. Como otros ungulados, forma grupos a veces numerosos segregados por sexos que sólo se reúnen durante la época reproductora, entre el otoño y el invierno.
Esta es una de las etapas con mayor diversidad de mariposas de la Gran Senda de Málaga, gracias a los diferentes hábitats que atraviesa. Entre otras, puede verse la mariposa Pandora, Argynnis pandora, con su gran tamaño, potente vuelo que recuerda a un pájaro cuando planea, y llamativos colores verde y rojo en el exterior de las alas y anaranjado en el interior; la arlequín, Zerynthia rumina, de colores amarillo y negro, vuelo errático pero posándose a menudo en el suelo, cunetas y taludes del camino; y una de las más fáciles de identificar, la bandera española, Anthocharis euphenoides, que a pesar de posarse poco, incluso en vuelo puede verse los detalles por el cual se la llama así: totalmente amarilla menos la punta de las alas delanteras, que son naranja intenso.