Entorno natural
La cuarta etapa de la Gran Senda de la Serranía de Ronda nos asoma a lo más representativo de los valores ambientales del Valle del Genal y, por ende, de la montaña mediterránea. Desde el punto de vista litológico, se transita por la Zona Interna de la Bética y, mayoritariamente, por el manto Alpujárride. Predominan los suelos silíceos, con preponderancia de gneises, pizarras e interesantes afloraciones de filitas, cuarcitas y esquistos azulados. Igualmente existe una pequeña representación de grauvacas asociadas al Complejo Maláguide.
Desde Benarrabá, el sendero progresa hacia el sur, buscando el cerrado valle del río Genal, aunque las fuertes laderas que encajan al arroyo de la Veguetas le obliga a virar al este antes de confluir con dicho cauce fluvial. A partir de aquí, la Gran Senda de la Serranía se topa con las vegas de la Tintorera y Escribana, siendo esta última la única llanada que se pueda considerar como tal en el quebrado entramado orográfico de la subcomarca del Genal. A su formación han contribuido los depósitos aluviales del propio Genal y del río Almárchar, principal subsidiario del margen este cuya cuenca de recepción hallamos en la contigua Sierra Bermeja. No es de extrañar, pues, que este lugar de paso estratégico, encajado entre ambas márgenes, fuese uno de los principales abrevadero-descansaderos para la trashumancia entre cuatro ámbitos tan distintos como el propio valle bajo del Genal, Sierra Bermeja, el Campo de Gibraltar y las tierras trasdorsalinas del Guadiaro.
El tramo más impactante para el senderista es el que sigue la estela del río Genal, en dirección norte. Lo cerrado del valle y un denso bosque de ribera, donde no falta algún aliso, álamos, chopos, fresnos, mimbres, saos y sauces acompañados de tarajes y adelfas, caracterizan este ecosistema ripario, sometido al impacto de la erosión fluvial y a las recurrentes lluvias torrenciales que originan grandes desprendimientos en las deleznables laderas pizarrosas, alterando la dinámica del curso fluvial y arrasando, cíclicamente, con el bosque de ribera. Entre la corte floral riparia hallamos a la emborrachacabras (Coriaria myrtifolia), también conocida como garapalo o hierba zapatera. Su nombre indica claramente la toxicidad de esta planta, que contiene una sustancia llamada coriamirtina, cuya ingesta puede provocar convulsiones, desmayos e incluso la muerte. Igualmente posee taninos que se han empleado en el curtido de pieles.
En el plano patrimonial, destacan las huellas de viejos molinos hidráulicos dedicados a la molienda de aceite y trigo.
Poco antes de alcanzar la mítica venta de San Juan, otro río de origen bermejense, el llamado Monardilla, entrega sus aguas al Genal. A partir de esta encrucijada de caminos, tendremos una vista aérea del Genal, conformado en el tramo intermedio por numerosos meandros y encajonamientos, como el del Estrecho, originados por la intrusión de cuarcitas en laderas de mucha pendiente. El sendero se ciñe ahora a la curva de nivel, bajo las cabalgaduras de los materiales calizos dorsalinos y las pizarras por donde baja el arroyo Benajarón, que dan pie a la presencia de un fornido alcornocal acompañado de escobones (Teline linifolia), orlado por uno de los mejores encinares del Valle del Genal.
El ascenso hacia Benalauría se lleva a cabo por el lomo divisorio del Benajamón y del arroyo de las Veguetas, aprovechando la vereda principal usada tradicionalmente para la saca de las corchas. Alcanzada cierta altura, aparece bien delimitada la arboricultura de vertientes: castañares, quejigares y huertos de cerezal en las umbrías, y el alcornocal salpicado de manchas de olivar, almendral, pinar y huertas abancaladas con cultivos de cítricos, próximas a los regatos que manan de la línea de contacto entre calizas y rocas metamórficas.
En un espacio tan variado en lo litológico y vegetal, se prodigan las arboledas casi sin solución de continuidad. Este es uno de los ecosistemas ideales para el cárabo común (Strix aluco), una rapaz nocturna de tamaño medio, cuyo oscuro plumaje le hace pasar desapercibido en la fronda del bosque. La mejor manera de localizarlo es por su característico canto y reclamo, parecido a una risotada repetitiva. Gracias a su capacidad de adaptación a diferentes ecosistemas, mantiene una importante población en la provincia de Málaga.
En los Montes de Propios de Benarrabá se explota el corcho, el brezo y la ganadería extensiva, siendo de especial interés el periodo de la montanera. Las umbrías cubiertas por el agro-bosque de castaños, principal masa de esta fagácea en Andalucía, son la imagen identitaria del Valle Genal. El paisaje mosaico de vertientes, el policultivo, la alternancia litológica y la arquitectura de los pueblos blancos de Benarrabá y Benalauría, conforman un orbe de gran personalidad, un claro ejemplo de paisaje cultural en el amplio contexto de la montaña mediterránea.
En las espesuras reina el escurridizo corzo morisco y, en las alturas y roquedales, la cabra montesa. Los cielos se ven frecuentemente surcados por el cadencioso vuelo del buitre leonado. Estos bosques son refugio de ginetas, gatos monteses, garduñas, comadrejas y meloncillos; también de rapaces como la culebrera europea, el águila calzada, el gavilán o el azor común y de aves forestales, caso de la paloma torcaz, el pito real, el picapinos o el arrendajo. Entre los reptiles haremos mención de la culebra de escalera (Zamenis scalaris) que, a pesar de su abundancia, figura en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial. El diseño de sus líneas dorsales, en forma de escalera, las hacen inconfundibles con sus congéneres. Al parecer, sin que sea una norma taxativa, con la edad pierden el dibujo de los peldaños. En la madurez pueden llegar a superar el metro y medio de longitud.
El otro gran espacio para la vida es la ribera del Genal, habitada por el ruiseñor común, el carricero común, lavandera cascadeña o la oropéndola. En el dominio acuático conviven diversas especies de peces, como la anguila, la boga, el pejerrey, el barbo y, sobre todo, el bordallo (Squalius malacitanus), endemismo de la cuenca del Guadiaro y de algunos ríos bermejenses, que además podría ser el más abundante en el Genal.
Aunque en el río no se prodigan grandes obras hidráulicas, la presencia de estaciones de aforos inadecuadas y la creación de pozas artificiales para el baño aguas arriba y abajo del puente de San Juan pueden dificultar los movimientos de la fauna acuática durante el estío.
Cabe destacar la presencia de la nutria, bioindicador del buen grado de conservaciónde las aguas del Genal. Notaremos su presencia gracias a los restos de predaciones y excrementos sobre las rocas. Siempre cercano al curso fluvial habita el turón (Mustela putorius), un pequeño carnívoro reconocible por su cuerpo alargado, cola larga y patas cortas, de pelaje oscuro, pero con el vientre más clareado y una orla blanquecina sobre el hocico. Se alimenta de peces, ranas, huevos de aves, ratas de agua e incluso conejos. Se mueven con agilidad en las arboledas y en el agua. En el periodo de celo, con inicio en los albores de la primavera, los machos se muestran muy agresivos con sus congéneres. Tienen una sola camada anual, con entre dos y siete crías.
Resulta interesante la población de odonatos propios del ecosistema ripario, caso de Zygonyx torridus, considerada Vulnerable, o Paragomphus genei, aunque por sus singularidades haremos alusión a Oxygastra curtisii y Macromia splendens.