Entorno natural
Esta primera etapa del Sendero Sierra de las Nieves (GR-243) transita por dos ámbitos bien distintos como son la depresión de Ronda, considerada el extremo oeste del llamado Surco Intrabético, y el valle del río Turón, uno de los principales aportes del Guadalhorce. De por medio y dirimiendo ambos espacios hallamos el eje calizo Sierra Hidalga - Los Peñoncillos, importante colector de la precipitación, de cuyos acuíferos se alimentan dos cuencas tan separadas como la del Guadalhorce y Guadiaro. En el plano geológico, nos hallamos en el contacto de las unidades Béticas Internas y Externas, donde concurren las unidades del Campo de Gibraltar con los complejos Bético y Penibético.
La ruta comienza en el propio casco urbano de Ronda, ascendiendo suavemente hasta el puerto de Bilbao, entre campos baldíos, olivares y almendrales. Siguiendo siempre la estela oeste-este se accede a la amplia llanura cerealista de los Llanos de Aguaya, constituida por margas, areniscas y lutitas. En este paraje adehesado, el más fértil de los alrededores de Ronda, se prodiga la agricultura de secano, con pequeñas manchas de olivar y, ahora también, de viñas. El clima es muy propicio por la baja intensidad de las heladas y por hallarse al resguardo del enorme murallón calizo de las sierras Hidalga y del Oreganal. En estos pagos abundan aves esteparias tipo cogujadas, trigueros y tarabillas. Hacemos mención al aguilucho cenizo, que dejó de anidar hace años pero ha sido citado históricamente.
Nada más llegar las primeras pendientes, asistimos a un cambio del paisaje y de los usos agropecuarios. El encinar toma el relevo a los cultivos y la ganadería extensiva se hace patente en el terreno. El arroyo del Lancero, seco en la cabecera, divide los dos macizos del entorno, Sierra Hidalga al sur y Los Peñoncillos al norte con un notable modelado cárstico. Atravesamos la finca del mismo nombre a través del Camino de Ronda a Yunquera. Hace unos años que este predio se dedicó a la caza mayor, por lo que no será nada extraño cruzarnos con algún ciervo (Cervus elaphus). Durante el periodo de la berrea, allá por el mes de septiembre, se podrá disfrutar de los sonidos que marca el inicio del otoño en la montaña mediterránea. Son estos entornos frecuentados por el ratonero grande (Myotis myotis), uno de los murciélagos de mayor envergadura de Europa. Las covachas le sirven con refugio. Los machos se reproducen con unas cinco hembras que darán a luz una sola cría que podrá volar pasado un mes y medio. Se alimentan de insectos e incluso pequeños roedores.
Conforme ganamos altura iremos descubriendo en las laderas de Sierra Hidalga algunos pinsapos solitarios. Son los restos de un ejército vencido por actividades hoy desaparecidas como el carboneo, por la ganadería desaforada de antaño y por la práctica de los militares de un antiguo acuartelamiento de artillería de Ronda, que en sus maniobras abrían fuego contra los pinsapos. Actualmente, se ven despuntar algunos jóvenes abetos en los lugares más inaccesibles.
El puerto de Lifa, a más de mil cien metros de altitud, nos abre las puertas del Parque Natural y Nacional Sierra de las Nieves y nos asoma a la cortijada de Lifa, situada en una amplia dolina sobre materiales triásicos. Este paso natural es lugar frecuentado por las ruidosas chovas piquirrojas (Pyrrhocorax pyrrhocorax) y por el elegante vuelo del águila azor perdicera (Aquila fasciata) en busca de una buena pieza. En el extremo este de la nava, sobre un promontorio rocoso, observamos la desvencijada atalaya medieval de Lifa y las escarpaduras donde se aferran algunos arces (Acer monspessulanum). La lagartija andaluza (Podarcis vaucheri) es relativamente abundante en estos ambientes rocosos. De cuerpo estilizado y hocico aguzado, se la ve trasegar entre las rocas, dejando desvelar la intensidad de su coloración, normalmente de tonos verdosos. Hormigas, moscas, escarabajos y otros insectos conforman su dieta alimenticia. Entre abril y junio la hembra suele poner entre dos y cuatro huevos.
Atrás dejamos la cortijada de Lifa, con el primitivo cortijo engullido entre las nuevas naves ganaderas y los distintos rediles. Será por la presencia continua de ganado, que no es la primera vez que observamos al zorro (Vulpes vulpes) merodear por estos entornos.
Ahora descendemos por el valle de Lifa rodeados de cantiles dolomíticos muy fragmentados y laderas pinas ocupadas por un cornicabral (Pistacea terebinthus) que ha merecido el máximo grado de protección en la zonificación del Parque Natural Sierra de las Nieves. Debe su nombre a las agallas en forma de cuerno que producen ciertos insectos en las hojas y folíolos. Este arbusto alcanza aquí la categoría de árbol, que puede ser macho o hembra. Su polinización es entomófila, actuando principalmente mariposas y abejas. El fruto es pequeño y de color desde el rojo al negro. Con la madera de cornicabra se hacían cajas de tabaco. También contiene trementina, con la que se obtienen barnices. Se usa igualmente como planta matriz del pistacho, cuyo cultivo se ha extendido recientemente por la Serranía de Ronda.
El lugar es realmente bello y colorido en la época otoñal, cuando también descubrimos amplias manchas de lirios (Iris planifolia) y azafranes silvestres (Crocus serotinus) por doquier. Los canchales que se desprenden de Sierra Blanquilla son el hábitat favorito de aviones roqueros (Ptyonoprogne rupestris) y vencejos. Conforme perdemos altura, lo que antaño fueron terrazgos de cultivos asociados a los cortijos de Buenavista y Moñiguitos, se ven ocupados por las referidas cornicabras en feliz convivencia con encinas, quejigos, pinos carrascos, algarrobos (Ceratonia siliqua), acebuches y lentiscos, creando un dosel verde donde podremos observar a varios tipos de zorzales, entre ellos el real, el alirrojo y el zorzal charlo (Turdus viscivorus), ave residente que se caracteriza por su plumaje dorsal de color pardo grisáceo y pecho claro y moteado. Nidifica en los árboles y tiene una puesta anual de entre tres y cinco huevos. Se alimenta de insectos, frutos y pequeños invertebrados, aunque lo más curioso es que también engulle bayas de muérdago, tóxicas para otras especies. Este zorzal disemina sus semillas a través de las defecaciones que realiza en las ramas de los arbustos. A mayor altura planean los buitres leonados (Gyps fulvus) que usan dichos cantiles como apostaderos.
Antes de afluir a la pista del puerto de la Mujer, tendremos que vadear el arroyo de la Higuera, sin caudal en verano. La amplitud de su cauce y el caos de rocas arrastradas ya nos dan pistas sobre el régimen de este curso fluvial, tan impetuoso con las grandes crecidas que aguas arriba cuenta con al menos tres diques de contención construidos a mediados del siglo pasado. Una vez situado en el carril, será el pinar de pino carrasco (Pinus halepensis) quien dé sombra y cobijo a los moradores del monte. La necesidad de una regulación hidrológica de la cuenca del Turón y la decadencia de las actividades agropecuarias llevaron a las autoridades ambientales del momento (ICONA) a realizar, a mediados de los sesenta del siglo XX, una intensa repoblación en estos montes públicos del municipio de El Burgo. La buena gestión forestal en el manejo del bosque va dando sus frutos y la diversificación de arboledas y sotos se aprecia a simple vista.
Nos vamos acercando a El Burgo, ahora por encima del cauce del río del Burgo, entre los impresionantes cantiles de la zona norte, por donde discurre la carretera a Ronda y las laderas de margocalizas con fuertes pliegues que nos preceden al sur. El curso fluvial se vuelve a encajar y a partir del Nacimiento lleva un caudal permanente de agua. Esa circunstancia permite que se desarrolle un excelente bosque de ribera, con presencia de álamos, sauces, olmos y adelfas. En las frías aguas mora la nutria (Lutra lutra) y una comunidad ictícola notable, con ejemplares de barbos, bordallos y bogas.
Para regular el caudal se construyeron cinco diques o zúas. Dos de ellas se destinan igualmente para el riego de las huertas del El Burgo, son la de Requena y Largo del Dique. Las otras tres, de mayor tamaño, son la de la Hierbabuena, del Nacimiento y del Dique. Este último también se presta para el baño en verano. Las huertas y cultivos de olivar avisan de la cercanía de El Burgo. En estos ambientes humanizados se ven numerosos pajarillos: carboneros, jilgueros, verderones (Chloris chloris) y pinzones.
Ecosistemas y Paisajes destacables
Campos de cultivos cerealistas. Monte mediterráneo y pastos. Cornicabral. Valle de Lifa. Valle y ribera del Río Turón. Formaciones calizas.
Recomendaciones
Parte del recorrido discurre por el interior de fincas privadas en las que solo está permitido el paso a pié. Existen algunos portillos que deben mantenerse cerrados tras su paso. Muy importante respetar la propiedad privada.
No olvidar cerrar las angarillas y portelas que se encuentran en el camino, ni salirse de los caminos establecidos, especialmente en la finca de Los Peñoncillos, que está dedicada a la caza mayor, ya que sólo puede ser atravesada por medios no motores.
Tanto el cornicabral de Lifa como los pinares de los montes de El Burgo son importantes masas arbóreas del Parque Natural, de gran interés botánico y ecológico; por lo tanto, no se debe encender fuego.