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En qué consiste la transición energética y cómo llevarla a cabo

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En qué consiste la transición energética y cómo llevarla a cabo

Instaurar un nuevo modelo de energía frenaría el cambio climático

La transición energética se ha convertido en algo más que una intención o un proyecto de futuro para la humanidad. Es cada vez más una realidad y prácticamente una obligación para todos los países del mundo. El cambio climático es un hecho, y sus efectos se notan con mayor fuerza conforme pasa el tiempo.

Ante esta situación, no hay una acción para revertir sus efectos. Sino más bien un profundo cambio que implica cientos de acciones. Una de las más importantes es el cambio del modelo energético. Actualmente se basa en un sistema eléctrico y centralizado con la generación térmica casi exclusivamente.

El nuevo modelo de energía debe fundamentarse en las energías renovables, estando descentralizado y con un profundo cambio en las redes de distribución. Pero además, también deben jugar un papel muy importante los consumidores. Deben tener un rol más activo en el consumo responsable de la energía y el ahorro energético.

La forma en la que producimos energía no es nada respetuosa con el medio ambiente, y en muchos casos, es altamente contaminante. Pero yendo más allá, la forma en que consumimos dicha energía tampoco es sostenible ni respetuosa. Así que además del modelo, también necesitamos reeducarnos en materia medio ambiental y energética.

Afortunadamente toda esta teoría ya se ha puesto en marcha en muchos lugares del mundo. Es cierto que no estamos avanzando todo lo rápido que cabría esperar. Pero seamos positivos. El cambio ya ha empezado, y sin duda, lo vamos a llevar a cabo de la manera más rápida y eficaz posible.

Objetivos fundamentales para una transición energética global

No resulta sencillo hablar de los objetivos de la transición energética aunque puedan parecer muy obvios. Principalmente, se pretende digitalizar todos los procesos y diferentes sectores de la economía para garantizar una descarbonización empleando energías limpias. Dicho así parece sencillo. Pero hablamos de un cambio estructural global.

Hay otro problema añadido, y es que además se necesita cambiar la manera de pensar y de vivir nuestro día a día. Un cambio que será más sencillo en las próximas generaciones si nos esforzamos en hacerles ver que el respeto al medio ambiente debe ser su forma de vida para garantizar un futuro sostenible y la buena salud de nuestros ecosistemas.

Tenemos que detener nuestra dependencia energética de las materias primas, fomentando la eficiencia energética y la economía circular. Para ello, el empleo de la tecnología es imprescindible. Y es que paralelamente también se tiende a una automatización de los procesos productivos con un control remoto.
Volviendo a los objetivos para la transición energética, la Comisión Europea presentó en 2016 un paquete llamada “Energía Limpia para todos los Europeos”. Su finalidad es la aceleración de esta transición cumpliendo con el Acuerdo de París de 2015. A su vez, se quiere garantizar un sistema energética seguro y competitivo que favorezca la creación de empleo.

El camino hacia la descarbonización requiere 3 grandes acciones:
- La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Aumentar la cuota de energías renovables sobre la energía final.
- Mejorar la eficiencia energética.

El papel del sector eléctrico será clave para ello, ya que su colaboración marcará los tiempos en los que conseguiremos llevar a cabo este complicado proceso. Sin embargo, no olvidemos, que no es opcional.

La importancia de la economía circular en la transición energética

Uno de los conceptos más importantes asociados a la transición energética es el de la economía circular. De hecho, esta teoría se postula como una solución a nuestro modelo de producción y consumo y como una apuesta segura contra el cambio climático. Pero como todo lo demás, requiere un esfuerzo por nuestra parte. La economía circular es un modelo que implica compartir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales todas las veces que sea posible. Es en definitiva aumentar el ciclo de vida de los productos. La primera consecuencia que veríamos sería una mejora en la gestión de residuos, ya que los reduciríamos considerablemente.

Esto implica mantener los materiales utilizados en dicho producto todo el tiempo posible dentro de la economía, dándole un valor añadido. Esto contrasta con el modelo económico actual basado en el concepto de “usar y tirar”. Y ni hablamos de la obsolescencia programada, una práctica con la que habría que terminar.
Cada vez demandamos más materias primas a pesar de la escasez de recursos. La población crece y dichas materias disminuyen, no siendo infinitas. Necesitamos una solución, y la necesitamos ya. Por otro lado, imagina el impacto que tendría disminuir la producción dentro de la transición energética. Sería más sencillo.

Si necesitamos menos energía, el cambio de modelo no sería tan traumático. Y a su vez, algunos países podrían llegar a tener excedente energético. Esto implicaría que podrían dar energía a otras zonas geográficas con necesidades energéticas.

Por otro lado, al reducir la extracción de materias primas, también estaríamos reduciendo el consumo de energía. Todo está conectado.

Subestimamos constantemente el poder de las pequeñas acciones. Si todos cambiáramos ciertos hábitos a nivel individual, el cambio se aceleraría hasta límites que ni imaginamos.

Los principales beneficios de llevar a cabo la transición energética

Para hablar de los beneficios de la transición energética, tenemos que diferenciar diferentes planos en los que esta sería positiva. Y es que no sólo habría mejoras medio ambientales. También encontraríamos mejoras a nivel empresarial y desde el punto de vista de las zonas geográficas, ya sea desde las ciudades, regiones o países. Así que vamos por partes.

En primer lugar, hablaremos de los beneficios ambientales. Ya sabemos que las energías renovables son inagotables y una solución de futuro, pero también nos aportarían algo más:
- Son limpias y no generan residuos de elevado coste de tratamiento.
- Reducen las emisiones de dióxido de carbono y otros gases contaminantes siendo una gran arma contra el cambio climático.
- Mejoran la calidad del aire en las zonas en las que se implanta este modelo de energía ya que hay menos contaminación atmosférica.
- Generan una serie de eventos que como una reacción en cadena, impulsan el desarrollo sostenible de las comunidades.

La transición energética también se traduce de manera positiva para el sector empresarial en general. Podemos destacar:
- La creación de empleo y nuevas oportunidades de negocio para las empresas.
- Una mayor rentabilidad para las empresas.
- Un impacto positivo en la revitalización del sector industrial.
- Una reducción del precio de la energía y los costes de producción.
- Una mejora de la competitividad por la proliferación de la oferta.
- Una menor dependencia energética, con el ahorro que ello supone.

Desde el punto de vista de las regiones, comunidades o ciudades, los beneficios van ligados a los de las empresas, pero además:
- Un ahorro energético en los hogares.
- Un ingreso adicionar en el mundo rural por las instalaciones de infraestructuras.
- Menor vulnerabilidad de la economía por las fluctuaciones del precio de la energía.
- Aumento del empleo local.
- Menor dependencia energética.