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«Capturar o atrapar geográficamente». Esta podría ser la traducción de la palabra inglesa «geocaching» (cachés o «tesoros»). En este juego, una especie de yincana, hay que utilizar un receptor GPS para buscar unos «tesoros» que algún otro participante del juego ha ocultado en algún lugar. Se trata, por tanto, de una manera lúdica de recorrer espacios naturales y de estar en contacto con otras personas de aficiones similares. El geocaching tiene millones de seguidores en el mundo.
El «geocaching» empezó como un entretenimiento de un grupo de especialistas en tecnología de geoposicionamiento y, en la actualidad, es un juego que a nivel mundial cautiva a unos tres millones de «geocachers», de los que la mayoría se encuentran en Estados Unidos (830.000 usuarios activos), Alemania (375.000) y Reino Unido (160.000), según datos de la web de referencia de los aficionados a este juego.
Para poder lanzarse a encontrar tesoros hay que registrarse primero en www.geocaching.com para lo que nos hará falta únicamente un nombre de usuario, un correo electrónico y una contraseña. Una vez registrados tendremos acceso a toda la información necesaria para encontrar cachés en función de la dificultad de localización y la dificultad para acceder al mismo. Desde el móvil puede descargar la App Geocaching en cualquiera de los markets más extendidos, Google Play o App Store de Apple.
Los cachés suelen ser contenedores estancos de muy diferentes formas y tamaños que esconden en su interior un papel y un lápiz para registrar el nombre de usuario de la persona que lo ha encontrado y, generalmente, un objeto de poco valor para intercambiar.
Una vez devuelto el caché a su lugar el siguiente paso consiste en registrar el geocaching en la web. El paso final siempre consiste en buscar un nuevo caché con la ayuda del mapa mundial de geocaching que encontrarás en la web.
Debido al componente de aventura, esta actividad es especialmente atractiva para realizarla en familia y es una manera novedosa de conocer el territorio.