Entorno natural
La Etapa 7 va cosiendo todos los pueblos de la falda de la imponente Sierra Tejeda (situados por encima de los 600 metros de altitud) llegando en un par de ocasiones hasta las 850 m, pero con todavía más de 1.200 metros de montañas rocosas hasta las cumbres que comparten Málaga y Granada. Al final, son los drenajes basales de las cuevas y simas en calizas y dolomías las que hicieron posible el asentamiento de los cinco núcleos de población, quedando entre cada par de ellos uno o más cursos de agua. El paisaje se caracteriza por lomas de arcillas y pizarras en la frontera de las rocas calcáreas, que muchas veces coincide con el límite del Parque Natural. Los pueblos están rodeados por una vegetación compleja, mezcla de cultivos de regadío, de secano y vegetación natural ruderal. Hay mucha zona de matorral xérico mediterráneo, con aulagas, jara blanca, albaidas, palmitos, enebros, jaguarzo o romero, a veces muy aclarado debido a la orientación de solana, las fuertes pendientes y los pobres suelos. En la zona de la Cruz del Muerto hay una buena representación de estas formaciones arbustivas ocupando antiguos viñedos y olivares.
El Sendero asciende varias veces y luego baja a los diferentes arroyos y ríos, mientras que los pueblos suelen estar en una loma cercana a alguno de ellos. Aparte de los arroyuelos y acequias del principio, con olmos, almeces y álamos blancos salpicados, uno de los cursos fluviales señeros es el Turvilla, por debajo de Canillas de Albaida, de aguas permanentes y con la cercana confluencia del río Cájula. Este interesante vallecito visitable mediante pasarelas sobre una acequia de riego, se convierte posteriormente en el río Sayalonga y el Algarrobo que desemboca en la Caleta de Vélez. En la zona en la que se cruza el barranco está prácticamente cubierto de higuerones silvestres y sauces mientras que en áreas más abiertas hay unciana y adelfas; en los tajos efedra y enebro. Las acequias y el río son una localización muy importante para la fauna de odonatos: libélulas y caballitos del diablo.
El río de los Álamos en Salares y el de la Puente en Sedella son bastante diferentes, muy arbolado el primero y solamente con adelfares el segundo. Rompiendo el componente sur de los drenajes anteriores, se unen en el río Salares hacia el oeste, conforman luego el río Rubite y tributan al río Vélez cerca de la capital de la Axarquía. Las fuentes y puntos de agua, secos en verano, se suceden delatados por las junqueras, los chopos, adelfas e incluso emborrachacabras (Coriaria myrtifolia), una rareza en este entorno en cualquier caso. El nombre de esta planta deriva de sus efectos en los animales que se alimentan de sus hojas con alcaloides, pero es el efecto de la coriamirtina de sus frutos, tan parecidos a las moras, las que han provocado algunos casos de intoxicación en humanos.
Las masas arbóreas más importantes son los pinares de pino carrasco y, sobre todo, resinero, con algunos cipreses linderos, fruto de las repoblaciones. A veces la densidad es alta y el tamaño de los árboles, importante, pero aparecen algunos ejemplares muertos por las sucesivas sequías y enfermedades. También se ven los restos de árboles calcinados por algún incendio forestal.
Hay una interesante regeneración de encinas e incluso quejigos y alcornoques debajo del pinar, ya con cierto porte, que están siendo ayudadas por las sucesivas cortas de pinos para aclarar la densidad de árboles. Por cierto que hay algunos carrascos y resineros de gran porte. A veces el sotobosque es de jaras, bolinas y romeros, mientras que en otras partes aparecen también enebros. Antes del Saltillo, merece la pena la observación del cambio entre el denso matorral, la zona de cortafuegos y el espartal que ocupa el borde del risco. Aquí la biodiversidad se incrementa merced al efecto ecotono.
Con seguridad, es el del río Almanchares el curso de agua más destacable, cerca del final del recorrido. El paisaje es muy agreste, con escarpadas orillas y cortados fluviales donde prosperan pinos enriscados. Hay una clara diferencia entre las calizas del barranco y los mármoles de las cumbres de sierra Tejeda, al este y arriba. En el fondo de la cerrada, las aguas permanentes muy carbonatadas cubren las cascadas con travertinos, mientras que aparecen también graveras rodeadas de adelfares y algunos fresnos y sauces.
Entre los reptiles, destacar el eslizón ibérico (Chalcides bedriagai) el de menor tamaño de nuestros dos eslizones. En comparación, tiene una forma más cilíndrica, con cinco dedos en cada extremidad y patas más desarrolladas. En lugar de a los herbazales, está asociado a medios más áridos. Incluido en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, es un endemismo ibérico con poblaciones localmente abundantes pero aisladas unas de otras. En la provincia de Málaga está aparentemente poco extendido, aunque seguramente pase desapercibido en muchos lugares debido a sus hábitos discretos.
La estrella de la herpetofauna es el sapo partero bético (Alytes dickhilleni). Principalmente ligada a sierras y zonas forestales, está presente a baja altitud pero también en zonas de cumbres. Los adultos son básicamente nocturnos, ocultándose durante el día en refugios como galerías de minas abandonadas, grietas en rocas o huecos en taludes y muros de piedra, nunca lejos de puntos de agua de los que dependen para la reproducción. La de esta especie es única entre los batracios malagueños: con un periodo de celo muy prolongado (de diciembre a agosto y con cortejo y fecundación en tierra) los huevos son luego traspasados al macho que los portará hasta su eclosión. En ese momento los lleva hasta una charca o arroyo, donde se desarrollan en un periodo muy largo, de hasta un año. Es endémico del sureste peninsular y esta parte del Parque Natural es su límite occidental de distribución, de ahí la importancia en la zona y en la provincia. Está incluido como especie Vulnerable en el Catálogo Andaluz de Especies Amenazadas.
En los cultivos y zonas abiertas encontraremos abundancia de tarabillas y fringílidos como el verdecillo. En estas áreas tiene particular interés la cogujada montesina, pariente de la alondra, marrón por arriba y pálida con estriado oscuro por debajo y con una densa cresta rematando la cabeza. Es una especie con preferencia por zonas en mayor o menor pendiente pero con presencia de rocas y suelo abierto, herbazales y algunos arbustos.
En las arboledas que el camino atraviesa no será difícil detectar al ruidoso arrendajo, con sus ásperos reclamos, quizás acosando a alguna rapaz que descansa tranquila como un gavilán o un cárabo.
El hábitat de paredes rocosas nos vuelve a traer a joyas mediterráneas como son el roquero solitario o la collalba negra, pero quizá sea el águila perdicera (Aquila fasciata) el diamante de esta etapa. Esta gran rapaz de partes inferiores blancas con estrías y dorso amarronado cuenta en la provincia con una de las mejores poblaciones de España. Cría en cortados rocosos de gran tamaño y puede vérsele campear por su extenso territorio en busca de mamíferos como conejos y ratas o de aves como las perdices que le dan el nombre.
A pesar de los recurrentes incendios, como se ha dicho la zona atesora una rica vegetación y con ella una variada entomofauna, que a menudo puede verse en pleno pueblo atraída por las luces del alumbrado: polillas (todas ellas inofensivas para la ropa), escarabajos, chinches (inofensivas para personas y mascotas), mántidos, crisopas y un largo etc.
El contrapunto lo ponen los bosques isla de encinas, alcornoques y quejigos en los fondos de barranco, especialmente en la zona de la Umbría de Haro (con arbustos nobles como las cornicabras) y el Encinar de Sedella. En las zonas más claras bajo las encinas puede encontrarse durante la primavera el escarabajo longicorne del gamón (Agapanthia asphodeli), que suele localizarse posado en el tallo o en la inflorescencia de esta planta.
Las laderas soleadas, orientadas al sur y cubiertas de matorral y esparto son el hogar de multitud de insectos, entre los que destacan, ya avanzada la primavera, el Ascaláfido Libelloides baeticus. Se trata de unos llamativos neurópteros con el cuerpo negro y las alas blancas y amarillas, que vuelan raudos persiguiendo moscas y mosquitos y que se posan con las alas desplegadas a menudo, aunque por poco tiempo.