Entorno natural
La Etapa recorre el corazón de la Zona Especial de Conservación de la Sierra de Camarolos, el territorio de mayor altitud del llamado Arco Calizo Central malagueño, y de hecho aquí está su máxima cota, el Chamizo, con 1.641 metros de altitud. Las sierras, secuencialmente, son la de San Jorge, Gorda y Jobo, pasando la Gran Senda de Málaga por la mayor altitud de todo el recorrido en el Puerto del Quejigo (o el Llano de la Cueva) a 1.385 metros.
Geológicamente se trata de sierras calcáreas (calizas y dolomías) de acusados perfiles que se elevan sobre los poco accidentados contornos, 900 metros al sur en el caso de los Llanos de Alfarnate y al norte la campiña de Villanueva del Rosario a 700 metros de altitud. En el relieve cárstico fragoso, caracterizado por lapiaces, agrios y cortados como los Tajos de Tello, Hondonero y la Madera, lo más relevante son las navas y hoyos, las depresiones cerradas en los que se ha depositado la roja arcilla de la descomposición de las rocas. En ellos el suelo es profundo y relativamente fértil, de modo que se ha usado para la agricultura, también como prados de diente para el ganado y es ahora en ellos en los que de forma más acentuada continúan su proceso de regeneración y colonización natural los bosques y matorrales mediterráneos.
En cuanto a la descripción secuencial de los paisajes del recorrido, al principio se cruza el arroyo de los Morales, en plena vega de Alfarnate, un cauce asfixiado por los cultivos donde se ve un bonito ejemplar de álamo, algún olmo y membrillos en los taludes terrosos. A veces aparecen zonas algo mejor conservadas en cuanto a vegetación e incluso hay lugar para reptiles como el eslizón tridáctilo y la culebrilla ciega, junto con sapos comunes.
Ya en ascenso, en las primeras pendientes los flancos rocosos de solana de la sierra, a los lados de la denominada Escarigüela, se han ido poblando paulatinamente de encinas, pero domina el aulagar con algunas cornicabras, un arbusto realmente frecuente aquí, cerca de los campos donde se han establecido los novedosos cultivos de su pariente cercano, el pistacho.
Luego, el terreno calizo no deja más opción que la circulación subterránea al agua de lluvia, y esto da el aspecto de desierto cárstico estival al primer puerto, el del Quejigal, salvo en algunas charcas someras que en años de buenas precipitaciones pueden permanecer varios meses. Pese al topónimo que da idea de las ancestrales especies arbóreas, en la actualidad los pinares de carrasco dominan, a veces en alta densidad; es este un nuevo lugar en el que descubrir a la ardilla roja. Abajo, realmente cerca saliéndose del Sendero y siguiendo la pista hacia el norte, el Monumento Natural Fuente de los 100 caños – Nacimiento del Guadalhorce es uno de los principales drenajes típicamente septentrionales de esta descomunal sierra.
El cordón de hoyos que sigue, como el de Virote, constituye uno de esos paisajes de especial relevancia natural. Primero, porque la arboleda adquiere sus mayores dimensiones, y segundo por algunas charcas recuperadas para ayudar a la reproducción de anfibios y otras especies animales como libélulas, caballitos del diablo, culebras de agua y galápagos leprosos. Estas charcas estacionales resultan esenciales para la supervivencia de especies como el Gallipato, el Sapo corredor, la Rana común, la Ranita meridional y el Tritón pigmeo (Triturus pygmaeus). Este urodelo de cuerpo alargado presenta aquí una de las escasas poblaciones de la provincia y la más oriental, y es la de menor tamaño de nuestras tres especies. Su coloración es verdosa con grandes manchas marrones. Tanto machos como hembras tienen una línea anaranjada dorsal y ambos, en época de reproducción, una cresta en la cola y el macho en la espalda. Durante la época terrestre, muchas veces subterránea, su piel se vuelve áspera y sin brillo.
La vegetación exuberante, de grandes pinos carrascos, encinares incipientes, algunos quejigos y grandes cornicabras trae asociada una destacable diversidad de aves. Las intricadas formaciones de majuelos, rosales silvestres y otros espinos son el hábitat idóneo para emblemas mediterráneos como la curruca carrasqueña o la mirlona y el mosquitero papialbo, así como para los más ubicuos cuco y zarcero políglota. En el sotobosque del pinar encontramos además el mosquitero ibérico como reproductor escaso, una especie muy localizada en la provincia. Los frutos de los espinos, que maduran en otoño, atraen en grandes cantidades a los mirlos capiblancos y a los zorzales alirrojos y comunes que hacen su parada migratoria en estas sierras, con algunos efectivos pasando el invierno entero.
La parte central de la Etapa representa el culmen del agrio paisaje cárstico, el tránsito entre las sierras del Jobo y Gorda (pasando por la fuente de Toma y bebe) descubre pequeñas dolinas en un extenso lapiaz cubierto de lastones donde aparecen espinos majoletos y un piornal muy interesante con el pendejo y el piorno azul como especies más frecuentes. En estos herbazales mezclados con rocas y arbustos dispersos, encontramos la que probablemente sea la joya ornitológica de la sierra: el Roquero rojo (Monticola saxatilis). El macho de este pájaro algo menor que un mirlo tiene la cabeza gris azulada, partes inferiores anaranjadas a rojizas y dorso oscuro con unas marcas blancas a veces muy visibles. La hembra es de colores más crípticos. La especie se reproduce solo en las mayores altitudes de la provincia, resultando una especie realmente escasa y difícil de ver. Es este también el entorno en el que ver la cabra montés o el águila real.
En la bajada posterior hay que destacar las hiedras rupícolas cubriendo las rocas, nuevos espinares muy sobresalientes y la mayor población de Arce de Montpellier (Acer monspessulanum) que se ve en la Gran Senda de Málaga, mezclados con quejigos. Es este un árbol que normalmente alcanza de 6 a 10 m de altura, a veces hasta 15 m. Es caducifolio, o sea, que pierde las hojas en otoño, pero es a principios de esa estación que sus hojas cambian de color tomando unas tonalidades rojizas y ocres muy llamativas que destacan en el paisaje vegetal. Su madera fue muy apreciada en ebanistería y sus hojas y ramas son buscadas selectivamente por el ganado caprino y las cabras monteses, de modo que a veces pequeños arbolitos muy ramoneados tapizan los huecos entre las rocas o llegan a parecer bonsáis naturales.
Desde los puntos de vista geológico y geomorfológico son muy interesantes y espectaculares el Desprendimiento del Chamizo (llamado localmente El Rodadero y situado junto mirador del Alto de Hondonero), y los Cabalgamientos de la Sierra de Camarolos; ambos están incluidos en el Inventario de Georrecursos de Andalucía. Después, la zona de Hondonero es probablemente una de las de mayor diversidad de toda la provincia. Se localizan aquí, por ejemplo, numerosas especies de orquídeas, muchas de ellas raras de ver y también algunos híbridos muy notables. Destacan también las mariposas, con 74 especies (casi el 70% de todas las de Málaga), entre ellas Agrodiaetus violetae, un endemismo bético con muy pocas localidades conocidas y considerado En Peligro de extinción en el Libro Rojo de los Invertebrados de Andalucía, a pesar de lo cual no cuenta con protección especial en la normativa andaluza. Otros insectos de interés son las libélulas, especialmente cerca de las lagunas en años de lluvias generosas, y en torno a las diferentes fuentes del entorno, pudiendo encontrarse a Libellula depressa, una de las más grandes y fornidas, de color azul el macho, y que cuenta aquí con algunas de las mejores poblaciones conocidas de la provincia.
Pero también hay que resaltar en esta zona un nuevo núcleo de lagunas. Algunas son naturales, a veces con un proceso de restauración, y otras son de nueva creación por las administraciones provinciales. Las mismas especies citadas antes vuelven a aparecer aquí.
A medida que se desciende aparece un nutrido rosario de pequeños puntos de agua, drenajes cársticos a pequeña escala aprovechados secularmente. La salamandra o el sapo común, de desarrollo más lento que los otros anfibios nombrados, seleccionan únicamente aquellos terrenos que aseguran la permanencia del agua, y por tanto fuentes, albercas o abrevaderos.
En los pilares de estos chorritos se han instalado rampas de acceso para asegurar la entrada de los anfibios reproductores y la salida de los juveniles. Estas fuentes son las de Hondonero, de la Zarza, la de la Canaleja, la del Raigón y la de Urán. Pero la principal surgencia cerca de Villanueva del Rosario es el del Nacimiento o del Chorro, ya al final del recorrido. Encauzado en un azud nada más nacer, da lugar al arroyo de los Cerezos, que se une al que acompaña al GR al llegar al pueblo, el de la Canaleja, y juntos desembocan en el Guadalhorce a la altura del puente de la Teja.