Itinerario
Bordeando todo el norte de la comarca de Antequera, la senda serpentea por entre sus extensos olivares, dominados por amplios cortijos como el de Pajariego o el de la Sarteneja, a cuyos pies se forma una amplia laguna del mismo nombre, hábitat de diversas especies de aves acuáticas.
Resumen
Cuevas Bajas está al nivel del río Genil, con lo que la Etapa 16, que se dirige al altiplano de Antequera, no puede hacer otra cosa que ascender. Al principio lo hace hacia el sur, por la loma que separa los dos cursos de agua meridionales, el río Burriana y barranco Hondo. A partir de este altozano, con Villanueva de Algaidas como protagonista del paisaje hacia el sudeste, el resto del recorrido tiene principalmente un componente oeste.
En esta segunda parte la etapa discurre paralela a la frontera con la Provincia de Córdoba, pero obviamente se transita por la de Málaga, si bien en la divisoria de aguas del Genil. El río Burriana marca al principio la línea entre Cuevas Bajas y Córdoba, pero a los pocos metros el cauce es la linde entre los municipios de Villanueva de Algaidas y Antequera, que entra en cuña en esta zona. El recorrido principalmente va por Antequera, pero el final es justo la linde entre Mollina y Alameda.
Hay un largo periplo por el mar de olivos y cultivos de secano de Antequera, con un rosario de espectaculares cortijos repartidos por inmensas fincas, como centros neurálgicos de estas grandes explotaciones agrarias donde también se practica la caza menor. Debido al dédalo de carriles agrícolas, el sendero no necesita apenas transitar por carreteras, pero sí se ve obligado a efectuar numerosos quiebros para encadenar un recorrido lógico entre las dos localidades, la que está en la vega del río y la de campiña.
La etapa es bastante larga y en principio podría resultar monótona, pero afortuna-damente hay bastantes elementos que dinamizan el paisaje, un par de ellos realmente singulares. Las lagunas que se localizan en los alrededores de uno de ellos, el de la Sarteneja, suponen un oasis hídrico para un sinnúmero de animales. Como son también un refugio los inesperados bosques islas entre los cortijos de la Serafina y el Duende. Varios son de buenas dimensiones y se encuentran en pleno sendero, con lo que es fácil apreciar la vida que bulle en ellos.
Lo mejor
La etapa es bastante larga y en principio podría resultar monótona, pero afortunadamente hay bastantes elementos que dinamizan el paisaje, un par de ellos realmente singulares.
Alguno de los cortijos andaluces que se visitan en la etapa están incluso recogidos en publicaciones especializadas dadas sus características arquitectónicas, a caballo entre el señorío de las propiedades, la adecuación al clima malagueño de interior y sus funciones de epicentro de la actividad productiva. Antiguamente el número de trabajadores que se alojaba (o al menos partía de ellos en las temporadas de carga de trabajo) era tal que parecían pequeñas hospederías o naves industriales. Alguno cuenta hasta con capilla y, en general, el patio empedrado es el elemento sobre el que se construye el conjunto.
Las lagunas que se localizan en los alrededores de uno de ellos, el de la Sarteneja, suponen un oasis hídrico para un sinnúmero de aves y algunos anfibios. Como son también un refugio para los mamíferos y aves, cinegéticos o no, los inesperados bosques islas entre los cortijos de la Serafina y el Duende. Varios son de buenas dimensiones y se encuentran en pleno sendero, con lo que es fácil apreciar la vida que bulle en ellos o la red de conejeras que los socavan.