Entorno natural
Es una etapa de longitud media, la mayor parte en ascenso pero de no demasiada magnitud. El entorno es de secano, tanto de olivar como de cereales, pero dinamizado con la laguna de Fuente de Piedra y los bosques isla. La laguna tiene el máximo nivel de protección ambiental dados su valores naturales y la fragilidad de los ecosistemas que sustenta.
La etapa recorre la campiña malagueña del norte de la provincia, flanqueando dos de sus emblemas medioambientales, la laguna de Fuente de Piedra al principio y la sierra de los Caballos y el valle de Navahermosa hacia la mitad. Entre la isla biogeográfica que supone la gran laguna salada y la inesperada mole caliza, cientos de hectáreas de secano, principalmente olivar y cereales, pero también una fértil vega de regadío. El final en Campillos lleva al territorio de las pequeñas lagunas endorreicas cercanas al pueblo.
El trazado realiza un largo bucle en dirección noroeste y sudoeste (con un fuerte quiebro en la zona del Puntal) para, a partir de Sierra de Yeguas, tomar dirección predominante sur con la ascensión a la mayor cota de la Etapa. A los lados de los caminos, los numerosos cortijos que han constituido históricamente los centros de gestión agrícola de la comarca, algunos de ellos todavía en activo pero unos cuantos en estado de ruina.
El único curso fluvial importante es el de María Fernández, que viene desde el noroeste y desemboca en la laguna. Aunque muy deteriorado en cuanto a la vegetación ripícola, pese a que veces tiene un cierto caudal, por lo que no mantiene la arboleda que debiera, con algunos tarajes y carrizos en algunos tramos.
Las estrellas hidráulicas del día son las lagunas endorreicas. Su génesis se debe a la existencia de depresiones cerradas en el terreno, sin salida al exterior. La cantidad de agua que mantengan y su mayor o menor estacionalidad se deberá a los aportes de arroyos, su conexión con el acuífero subyacente y las dimensiones de la cuenca.
Se trata de dos Reservas Naturales, una figura autonómica que brinda la mayor protección ambiental; la de la Laguna de Fuente de Piedra, que acoge en su zona de influencia la de Lobón o del Lobón, y la Reserva Natural Lagunas de Campillos. Esta última engloba entre otras muchas a la Laguna Dulce, que es la única que se ve desde el recorrido aunque a cierta distancia.
La Laguna de Fuente de Piedra está situada a 400 metros de altitud, tiene una forma alargada con dirección nordeste sudoeste en su lado mayor de hasta 6 kilómetros y medio de longitud. El ancho es de 2.5 km de media, lo que da unas dimensiones de la lámina de agua de unos 16 kilómetros cuadrados, pero muy escasa profundidad. Un espacio de tales dimensiones, cuya protección se amplía hasta las 1.365 ha, ha atraído la atención desde siempre y, sobre todo, por la posibilidad de extracción de sal. En general, las obras para facilitar o industrializar la actividad minera han conformado el espacio, con un canal perimetral para el drenaje y la desecación de los arroyos en el que se asientan tarajes, aneas y carrizos en las aguas menos salinas.
En los ambientes más extremos, tales como las orillas de la lámina de agua mayor, la vegetación se reduce a la propia de ambientes salinos: sosas, almajos y herbáceas de ciclo muy corto. La alacranera o sosa jabonera (Arthrocnemum macrostachyum) es un arbustillo de hojas y tallos carnosos que es típica de los fangos perimetrales del vaso laguna, sometidos a la inundación temporal o a la desecación total, como por ejemplo en los llanos mareales. Es una especialista en estos ambientes inhóspitos que últimamente se ha vuelto famosa por su utilización como verdura para ensaladas y otros platos. Los tallos son articulados, un poco como la cola de los escorpiones, y su color varía desde el verde intenso al púrpura, pudiendo tener aspecto rastrero o no.
Los diques y espigones practicados desde antiguo para compartimentar el agua y facilitar la evaporación suelen mantenerse por encima del nivel, y son aprovechados por los flamencos para poner sus nidos, constituyendo la mayor colonia de cría de la península ibérica. La desecación de la laguna suele ser total en el estío, quedando cubierta de una refulgente capa de sal.
El paisaje se completa con lagunas menores (el Laguneto, la de las Palomas y la de los abejarucos), algunos retazos de encinar y acebuchal y los cultivos de secano que circundan el área de mayor protección. También sometidas a los envites de los vientos y la irradiación solar, mantienen bastantes tarajes en sus orillas y algunos juncos y aneas. No es raro ver flamencos aquí, junto a garzas, patos y limícolas.
La visita al espacio natural protegido se facilita mediante una red de cinco miradores, dos senderos y el Centro de Visitantes. Hay una zona repoblada con encinas, majuelos, lentiscos, espinos negros, olivillas, algarrobos, acebuches y otras especies nobles del matorral mediterráneo, desaparecidos en los alrededores y que aquí demuestran estar en su hábitat según se desprende de su lozanía. En la actualidad ya producen frutos y tienen un cierto porte, sobre todo los lentiscos, con lo que la avifauna propia del matorral mediterráneo frecuenta este a modo de jardín. La población de conejos es muy de resaltar aquí, así como las grajillas alrededor del edificio y los abejarucos en los taludes de los lagunetos.
El más famoso de los residentes en la laguna es el flamenco común o rosa (Phoenicopterus roseus), una elegante ave que destaca por sus colores blancos y negros muy contrastados con las alas, el pico y las patas de un rosa intenso. Su nombre científico hace referencia a ese color, mientras que el común a su identificación como el ave fénix, por su aspecto flamígero al volar. De gran tamaño y envergadura, mayor del metro y medio, en nuestra provincia es residente pero la mayoría de los efectivos son migrantes del periodo estival que acuden a la laguna como único punto de reproducción provincial. Se alimentan filtrando las aguas turbias que genera chapoteando en el fango con las patas para capturar las artemias (que hacen posible el color característico) y otros invertebrados. Se sabe que nuestras aves viajan de noche hasta Doñana para alimentarse.
Tras la laguna está el llano del Soldado, básicamente un páramo cerealista que deja detrás el pueblo y a la izquierda, cada vez más alejada, la laguna salada. Pronto comienzan los olivares, desde los compuestos por árboles centenarios hasta las nuevas plantaciones, donde es fácil ver conejos, liebres y perdices. Hay excelentes ejemplos de bosques isla, la mayor parte de las veces de forma lineal, y pies aislados de encinas con algunos arbustos debajo.
El otro protagonista medioambiental del día es la zona conocida como Navahermosa, con el telón de fondo de la sierra de los Caballos. Aunque a ambos lados hay cereal, olivar y viñedos también hay cultivos de regadío, particularmente alfalfa. E una zona muy importante para la observación de aves estepáricas, sobre todo en paso migratorio. Se citan aquí especies tan extraordinarias en la provincia como el elanio común, el sisón común, el alcaraván, la tarabilla norteña y varias especies de aguiluchos.
En lo alto de la loma entre el Chaparral y la Garachuela, el suelo del olivar va cambiando de color, desde el blanco al rojo, y lo más interesante es que hay algunos almendros y coscojas, e incluso algunos muros de piedra seca ideales para anfibios y reptiles.
De entre todos los artrópodos que viven en esta etapa, posiblemente los más numerosos y fáciles de ver, y que a la vez pueden crear cierta alarma social, son las orugas de los prados, Ocnogyna baetica. En invierno, cuando las condiciones son propicias, pueden verse millones en los campos de cultivo, alimentándose de todo tipo de herbáceas silvestres. Forman grandes nidos con su seda, por lo que son visibles desde la distancia. Tiene cierto parecido físico con la oruga de la procesionaria del pino, pero la de los pardos no es urticante. Ambas son fáciles de diferenciar: si no hay pinos cerca, no puede ser procesionaria; además, la procesionaria vive siempre sobre el pino y solo baja al suelo para enterrarse y pupar, momento en que se la ve formando la típica procesión en fila india, o agrupadas formando un círculo enterrándose; por otra parte, tiene un aspecto peludo, con penachos a modo de anillos, con espacios sin pelos entre ellos. La oruga de los prados es completamente peluda, sin los espacios sin pelos de la procesionaria, y hace toda su vida en el suelo, sobre plantas herbáceas.