Entorno natural
Esta etapa se complementa con alguna de las anteriores para realizar un retrato casi completo de las lagunas de la zona norte de la Provincia de Málaga. En esta ocasión, se visitan de forma directa 3 de las protegidas bajo la figura de Reserva Natural Lagunas de Campillos y alguna más fuera de la Red de Espacios Naturales Protegidos. Los paisajes que brindan, coloridos e inesperados en medio del secarral, bien merecen el esfuerzo.
Luego se llega a la zona de los pantanos caminando por las lomas que separan la cuenca del río Guadalteba de la del Guadalhorce, cruzando los arroyos del Boquerón y del Capitán. La loma repoblada de pinos que separa los Embalses de Guadalteba, al oeste, del Guadalhorce al este, de roca arenisca, ofrece unas vistas sobre este último pantano realmente pictóricas. El final de la etapa, sobre el puente que separa y a la vez une las dos masas de agua, no puede ser más espectacular. En cualquier caso, y frente a lo previsible tras una primera mirada, el agua es la gran protagonista de la etapa.
El entorno en el que están inmersas todas estas láminas de agua es bastante llano, ligeramente inclinado hacia los embalses, y compuesto principalmente por lomas terrosas donde descollan de vez en cuando herrizas y cerros calizos con algunos puntos en los que afloran los yesos. El recorrido parte hacia el sur desde Campillos realizando algunos quiebros y giros para ir descubriendo lagunas, al principio, o evitar las interferencias de las zonas de cultivo y las infraestructuras de comunicaciones, al final.
Las lagunas que se visitan sí que han ido consolidando desde que se protegieron un cordón perilagunar de vegetación, sólo que muy exiguo debido a las duras condiciones ambientales que provocan los ciclos de encharcamiento y sequía y a la composición salina del suelo. En las que tienen una lámina de agua extensa y poco profunda es fácil observar bosques más o menos densos de tarajes, los especialistas en estas lides. Las aneas requieren zonas más profundas, que conquistan con sus gruesos estolones, mientras que los carrizos colonizan a veces zonas muy extensas consiguiendo una maraña de tallos que supone un buen escondrijo para la fauna. El carrizo (Phragmites australis) comparte aspecto otra herbácea de gran tamaño, la caña, pero sus tallos son más delgados y esbeltos (hasta superar los tres metros de altura) y las espigas son más discretas y péndulas. Es indiferente al sustrato y se la ve hasta más de 1.000 m de altitud, pudiendo propagarse por semillas pero también por rizomas provistos de estolones. Se ha utilizado mucho en la construcción de elementos rurales, para cercados y decoración, pero su importancia ecosistémica es muy elevada, constituyendo un lugar de refugio, alimentación y nidificación para muchas aves.
Los flamencos se dejan ver con facilidad en las épocas en las que se convierten en residentes, junto a garzas reales y otras garzas más pequeñas. Fochas y gallinuelas, de negro plumaje, son las más abundantes junto a los ánades. Los limícolas, por último, deambulan por las orillas cenagosas desplegando todo un surtido repertorio de tácticas cazadoras diferentes.
En las zonas cerealistas con bosques isla aparecen algunas aves singulares, como el sisón (Tetrax tetrax), una ave con cierto parecido con la avutarda aunque de menor tamaño. Aunque de plumaje muy críptico, sobre todo las hembras, los machos desarrollan un collar negro con bandas blancas y diseño parecido en el pecho, con la cabeza de color gris. Es especie residente en la provincia, y no es raro verla en pequeños grupos, sobre todo en invierno, y la puesta se realiza en el suelo en primavera tras un comportamiento de cortejo muy llamativo, con saltos y ahuecamiento del plumaje. En vuelo, rápido y con aleteo vigoroso, muestran unas llamativas bandas blancas y negras y emiten un siseo sonoro que le da su nombre vulgar.
El arroyo del Boquerón y el arroyo del Capitán son los dos únicos cursos fluviales de la etapa, hermanados porque ambos desembocan en los pantanos en sendas colas, pero el primero directamente en el Guadalhorce y el segundo en el Guadalteba. Ninguno de los dos conserva un bosque galería, sólo algunos tarajes y olmos y, sobre todo, zarzales, juncos y aneas.
Los pantanos, por el contrario, cuentan con el problema de sus grandes variaciones de nivel, por lo que la vegetación de las orillas puede llegar a ser inexistente en las zonas de cabecera, de bastante pendiente y muy rocosas, que son las que se ven en la etapa. En las colas de los pantanos de Guadalteba, Guadalhorce y Conde de Guadalhorce (sobre todo en estos dos últimos) se localizan densos bosques de tarajes en los puntos en los que Guadalhorce y Turón, respectivamente, desembocan. De esta forma se han propiciado el asentamiento de ecosistemas acuáticos como resultado de actuaciones humanas que no perseguían precisamente eso.
Aunque el sendero no llegue a pasar por el embalse del Gaitanejo, el que se encuentra debajo de los tres diques, merece la pena fijarse en que, por su finalidad reguladora del caudal mantiene unos niveles de agua más constantes, por lo que ha conseguido sustentar un bosque galería muy diverso con los tarajes como árboles dominantes.
En los escasos pinares se entrevé el ralo sotobosque testigo de lo que fue, pero la mejor zona para constatar su antigua diversidad es un berrocal de rocas areniscas en el que no se reforestó. En el ascenso en zigzag hasta la era y las ruinas del Cortijo del Chopo al cobijo de las peñas, medra un interesante matorral de tomillo, espino negro, palmito y esparto en el que hay que destacar la presencia de sabinas moras y de efedras. La efedra o hierba de las coyunturas (Ephedra fragilis) es un interesante arbusto que aquí se comporta como rupícola y buscando localizaciones de solana. Con numerosas aplicaciones farmacéuticas y médicas, sobre todo derivadas de sus cualidades estimulantes y psicoactivas, de ella se obtiene la popular efedrina. Es una gimnosperma con tallos de aspecto articulado que, como pinos y abetos, principalmente es polinizada por el viento, con pies de planta o hembras o machos.
El complejo de lagunas entre las cuáles discurre parte de este itinerario ofrece la oportunidad al caminante de contemplar diferentes odonatos, desde las mayores libélulas hasta los más pequeños caballitos de la Gran Senda de Málaga. Entre las primeras, se encuentra la libélula emperador Anax imperator, que llama la atención por el azul de sus ojos y abdomen, su gran tamaño (hasta 8,5 cm de longitud) y un potente vuelo recorriendo las masas de agua en busca de presas, tanto moscas y mosquitos como otras libélulas, mariposas y polillas. En el lado opuesto en cuanto a la talla se encuentra Ischnura graellsii, que apenas mide 3 cm y rara vez se aleja de la vegetación de la orilla.