Itinerario
Con una pendiente de subida importante, la senda discurre por los pinares de Mijas hacia el Cerro del Moro con su característico "bosque de antenas", tras el que divisaremos nuestro destino, la cumbre del Calamorro, desde el que podremos bajar a Benalmádena a pie o usando el telecabina.
Resumen
Las poblaciones de Mijas y Benalmádena están muy próximas entre sí, unos 6 kilómetros en el eje este oeste, pero la Etapa 33 asciende a la sierra que comparten, recorre su cuerda y vuelve a bajar describiendo un arco primero hacia el norte y al final hacia el sur. Hasta el kilómetro 8.7 se transita por el término municipal de Mijas. La cuerda de la sierra representa también la linde de términos entre este municipio y los de Alhaurín el Grande y Alhaurín de la Torre. Por el primero no se anda en ningún momento, pero sí algo por el segundo, en el que se entra y se sale intermitentemente hasta el kilómetro 10.8, cuando se llega al carril asfaltado en el kilómetro 11.5, y luego ya se está en terrenos de Benalmádena.
Los desniveles son importantes, pero las pendientes se suavizan mediante el excelente diseño de los senderos tradicionales. Esto, unido a la longitud asequible, hacen que el seleccionado sea un recorrido muy recomendable para el objetivo fundamental del día: conocer esta modesta pero interesante sierra litoral de la Costa del Sol, muy querida entre los pueblos que la rodean. Es muy habitual cruzarse con senderistas y ciclistas, cada cual con su propio plan de ruta merced a una extensa red de pistas y caminos que recorren este espacio forestal.
Las pistas que se utilizan suelen tener el propio firme del terreno y no está transitadas por vehículos a motor, mientras que las veredas tienen un aceptable nivel de conservación salvo en determinados sectores donde el eventual trasiego de bicicletas evita que la arena se asiente, provocando cárcavas y bancos de arena de difícil andancia.
Al ser una sierra con picos entre los 900 y los 1.150 metros de altitud y separada de la costa en línea recta por 10 kilómetros a lo más, ofrece excelentes vistas del litoral malagueño, procipicadas por una alta proporción de días despejados. Las rocas dolomíticas dan arenas muy blancas que generaron numerosas canteras de áridos, en recuperación en esta vertiente de la sierra.
Lo mejor
Una sierra cuyas cimas están entre los 900 y los 1.150 metros de altitud, separada de la costa en línea recta por 10 kilómetros a lo más, tiene que ofrecer excelentes vistas del litoral malagueño. Además, la proporción de días claros y despejados es muy alta, con lo que el espectáculo está asegurado. Probablemente sea este el principal activo que permite la etapa, las sucesivas panorámicas sobre todas las vertientes de la sierra.
Las señas de identidad de la Sierra de Mijas son las dolomías que preponderan, piedras que derivan hacia el níveo mármol en corte fresco pero adquieren un bonito color gris exterior merced al proceso de meteorización. La erosión produce arcilla de color rojo pero es más frecuente que resulte una arena de grano grueso muy blanca, hasta formar depósitos de decenas de centímetros de espesor.
La extrema porosidad del terreno se debe a la carstificación de las rocas, agrietada y fracturada en superficie, con lo que el drenaje del agua de lluvia es casi instantáneo, hacia las numerosas simas.
Un entorno tan seco requiere la incorporación de los especialistas vegetales, sobre todo las tres especies de pinos que se encontrarán durante la etapa: unos pocos resineros, bastantes carrascos y muchísimos piñoneros. El matorral y los sotobosques están dominados por las plantas aromáticas y los espinos, pero en determinados enclaves hay arbustos de hoja ancha e incluso bosquetes de encinas que intentan recolonizar los espacios que les son propicios. Uno de los más complicados de recuperar son las canteras de áridos, de no mucha extensión en el término municipal de Mijas y de mayor magnitud en territorio de Alhaurín de la Torre, escenarios ambos que la etapa permite visitar.
Hay algunos endemismos vegetales fácilmente reconocibles en el camino, algunos bastante llamativos y usualmente adaptados a las arenas dolomíticas, mientras que en la fauna destaca una excelente población de cabras monteses, que en algunas estaciones son fáciles de ver, las conspicuas lagartijas colirrojas y las grandes águilas.