Itinerario
Este tramo transcurre encajado en las estribaciones norte de los Reales de Sierra Bermeja y de Sierra Crestellina, rodeado de una variada vegetación en la que debido al alto grado de humedad existente proliferan diversos tipos de helechos en todas las estaciones del año.
Resumen
En poco más de 20 kilómetros la Gran Senda de Málaga se encarga de llevar al usuario a media ladera del valle del Genal desde los fragosos bosques de umbría hasta dar vista al Estrecho de Gibraltar. Para ello traza un recorrido bastante exigente, casi siempre a la sombra de grandes alcornoques, quejigos y pinos resineros, se utilizan algunos de los caminos tradicionales entre Genalguacil, Casares y Benarrabá. Al principio la dirección es suroeste, con bucles trazados para salvar varios arroyos, y a partir del km 10 toma dirección sur hasta el final. Es justo en ese quiebro, en la Vega de los Zaharames o Aljarames, donde se cambia del término municipal de Genalguacil al de Casares.
El sendero utiliza sobre todo pistas de tierra de vocación forestal, pero también algunos de los pocos caminos de herradura que todavía se conservan, especialmente los que sirven para vadear los arroyos y ríos que, con origen en la cercana Sierra Bermeja, tributan sus aguas al Genal. Por tanto es esta una etapa caracterizada por unas cuantas cuestas hacia el fondo de los valles o desde ellos, por lo común de andancia muy asequible dado el buen diseño de las veredas de antaño.
El bosque es el gran protagonista del día, unas veces domesticado como en las dehesas de alcornocal y las parcelas de castañar y otras conformando un abigarrado quejigal con alcornoques y pinos donde medran las madreselvas y el sotobosque más denso. Los usos forestales van desde el cinegético de caza mayor al extractivo de madera y corcho, pero también se localizan numerosas casas de campo, desde pequeñas mansiones hasta casas de aperos pasando por verdaderos retiros en medio de la foresta.
El otro atractivo de la Etapa son los ríos y arroyos que vertebran el recorrido, como el de la Pasada, el Almárchal o el de los Zaharames, quedando el Genal muy cerca en el punto más bajo del recorrido, cerca de la vega de los Pepes.
Lo mejor
Con sus respectivos matices, se recorren 20 kilómetros de bosques durante esta etapa. Unas veces está más domesticado, encontrando tramos de alcornocal adehesado y algunas parcelas de castañar en el grado último del grado de intervención humana sin abandonar lo forestal. Otras se convierte en una abigarrado quejigal con alcornoques y pinos donde medran las madreselvas y el matorral más denso.
Los usos forestales van desde el cinegético de caza mayor al puramente extractivo de madera y corcho, pero también se localizan numerosas casas de campo, y no tan solo cerca de los pueblos sino también en pleno corazón del bosque. Estas viviendas son muchas veces explotaciones agropecuarias, pero otras pueden variar desde el extremo de la mansión de lujo para cortas temporadas hasta la finca de retiro casi espiritual alejada del mundanal ruido en plena comunión con la naturaleza. Todo un abanico de distintas formas de vivir el bosque que se ofrecen por doquier durante todo el camino.
Si el bosque es un evidente atractivo, los ríos y arroyos vertebran el recorrido. solo el Almárchal mantiene una población estable de peces, pero los demás son también importantes para la fauna invertebrada y sus depredadores, como el mirlo acuático, dada la pureza de las aguas. El GR-249 permite también en esta etapa acercarse a numerosas huertas y vegas, de las que las más sobresalientes están en la mitad del recorrido, en el Molino de los Zaharames y, ya al otro lado del Genal, Los Pepes. Ambos son enclaves de un indudable interés etnográfico.
Por último, la red de caminos tradicionales ha sido siempre muy importante aquí porque los Puertos de los Guardas y de las Viñas son la mejor opción para trasponer hacia el mar desde la sierra o viceversa.
Ha sido por ello el lugar elegido para el trasiego de los productos hortícolas o forestales hacia la costa y del pescado y otros recursos marinos hacia el interior.
Mención aparte merecen los sucesivos miradores que se van asomando a los pueblos del Genal (Gaucín, Benarrabá, Algatocín y Genalguacil) con sus blancos caseríos rodeados de árboles y grises crestas. Los puertos y lomas, los recodos y valles ofrecen al visitante la posibilidad de llenar la mochila con las imágenes de un paisaje muy bien conservado donde aparecen por doquier las huellas de las tradiciones ancestrales junto a las nuevas actuaciones integradas en el entorno forestal. Bienvenidos al bosque.